Quiero empezar despacio, por lo cercano y frecuente, así que comienzo mis relatos sobre lugares de Castilla La Mancha con Quintanar de la Orden, mi hogar.

Hace doce años que vine a vivir a Quintanar y sigo asombrándome a menudo, porque es muy desconocida incluso para sus paisanos entre los que me incluyo. No voy a entrar en muchos detalles ni voy a hacer copiopego de la Wikipedia, os voy a contar lo que creo fundamental, para eso este es mi blog, ea!

Quintanar está en el centro de Castilla La Mancha sí, es el ombligo y estamos a hora y poco de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y algo (mucho) más de Guadalajara. es provincia de Toledo y toca literalmente la provincia de Cuenca; y entre nuestros vecinos tenemos Villanueva de Alcardete, Los Hinojosos, Mota del Cuervo, El Toboso, Miguel Esteban y Puebla de Almoradiel, los más cercanos linderos.

Con los pasos habituales de una cata, os cito mi actual punto de vista, olfato y gusto de Quintanar de la Orden, en marzo del 2020:

Quintanar de la Encina al principio, de la Orden (de Santiago) actualmente es un municipio Toledano rodeado de viñedo y monte, ronda los 11.000 habitantes y es amplio, no abusa de las alturas ni es todo planta baja, no destaca por ser de blanco y añil ni de piedra vista, desde lejos se la reconoce muy bien por las tres torres que la marcan, la de la ermita de la Virgen de la Piedad, patrona Quintanarense, la torre de la iglesia de Santiago y una torre de pisos que casi iguala a la iglesia, y en la que pintaron dos graffiti de una preciosa Dulcinea del Toboso obra de MILU Correch y un curioso Quixote obra de INTI. De lejos también se aprecia los depósitos que llenan la cooperativa ENTREMONTES, no en vano estamos en La Mancha y producimos mucho vino. Entrando cabe nombrar su bonito parque, paseo arbolado y su plaza principal se llama de Miguel Echegaray pero se la conoce por la plaza de los carros, y es que la situación de Quintanar de la Orden la convirtió en parada y fonda entre Madrid y Levante, y en esa plaza quedaban muchos carros y carretas, lo que le dio el sobrenombre que ahora luce con una estatua con forma de carro. Esculturas que citan la Semana Santa muy celebrada y al Quixote, Quintanar cuida la cultura y sus pinturas murales por todo el pueblo lo afirman y colorean las calles principalmente sobrias.

Abanico de aromas complejo y completo, huele a chocolate, a Anís, Aceite y Queserías, Vermú y Pan, sí, con mayúsculas, porque Quintanar puede presumir de panaderos. Huele a carpintería, también huele a colonias y perfumes de limpiadores, su bouquet es muy compejo como su industria.

El gusto de conocer Quintanar comienza visitando su hostelería, desde un buen chocolate Josefillo con los churros de los hermanos Torremocha, a la hora del aperitivo donde un Vermouth Mila con una tapita de Quesos Rosillo o Barrajón, o de los ibéricos de Placido hará las delicias del afortunado visitante, A la hora de comer tiene un surtido completo de oferta, permitirme que recomiende la que considero como mi casa, el restaurante Granero que lleva desde 1968 dando de comer y beber, comenzando como un bar de carretera a las afueras del pueblo y siendo actualmente un restorán consolidado, en el que la parte de la barra guarda su caracter informal y oferta racioneo y picoteo y oferta un salón comedor donde se sirve una carta completa y un buen menú degustación, recomendado en la Guía Michelin y en la Guía Repsol. por la tarde se puede disfrutar de los dulces elaborados por las monjitas Trinitarias , o bombones de Ibercacao con un licor DROLS o un Anís La Asturiana, con un poco de suerte asistir a alguna exposición en la Ermitilla y cenar de picoteo en cualquier bar del centro, hay corte.

En conclusión, Quintanar es ecleptico, complejo y tiene una idiosincrasia marcada por los cientos de años siendo lugar de paso, cuando el tránsito traía visitantes y el comercio no daba abasto, cuando la demanda superó a la oferta, ahora está reciclándose, su industria ha sobrevivido la peor crisis, y mira al futuro con el optimismo que distingue al manchego, sufrido y sonriente, ¡Pitorra!.

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