Hoy cato un aceite de oliva de Finca Los Remedios de Alcázar de San Juan, se trata de un coupage o mezcla de dos variedades foráneas y que han dado un buen resultado en su feliz asociación, las variedades de aceituna son Koroneiki, que es la más común en Grecia y un híbrido llamado Sikitita, creado a partir de la Picual y Arbequina. Tanto la Koroneiki como la Sikitita están teniedo buena adaptación y predominantemente su cultivo es en seto y son de alta producción y alto rendimiento.
Hace más de 20 años que José María López Querencias nos enseñaba a cerca de una veintena de alumnos de sumillería qué eran los vinos de hielo, boquiabierto alucinaba con el proceso de elaboración de estos vinos de uvas congeladas, la verdad que los he trabajado poco principalmente porque son de poca producción y precios lógicamente elevados, y he tenido alternativas, en realidad no hay excusa. Pero la vida te da sorpresas y la genial Rosalía me hizo llegar un surtido de sus vinos donde se incluía este vino blanco dulce de Bodegas Alto Landón, de Landete, Cuenca, y Denominación de Origen Manchuela.
Dulce Enero es un coupage de Garnacha Blanca y Petit Manseng al cincuenta porciento, se vendimia a finales de enero para tener temperaturas por debajo de los cero grados.
Como digo en la rapidcata se trata de un vino blanco de color ambarino muy limpio y brillante, con aromas de muy buena intensidad donde los matices de fruta blanca madura y fruta de hueso predominan, paso a boca riquísimo donde dulzor y acidez conviven en grata armonía.
Como es habitual, me permito proponer que ya otro dispondrá… Creo que fresquito, sirviéndolo a cinco grados (se beberá entorno los ocho) en copa tipo chianti, estará felizmente acompañado de foie y quesos cremosos, así como de un rico alajú conquense o unas fresas con nata, por ejemplo… Pero que sea siempre bien servido y en buena compañía «sipuése».
En la línea que les caracteriza, los primos Toledo Ajenjo han elaborado un vino recuperando una variedad de uva en peligro de extinción, mira la cata y luego te comento, dame un minuto:
la variedad de uva Tinta de la Pámpana Blanca es autóctona de Toledo y en algunas localidades de Ciudad Real también la hay, incluso en La Rioja Baja se la ha conocido pero no se prodiga. habitualmente se la ha conocido como una uva de mucha producción con buen grado alcohólico, pero Jesús Toledo ha decidido explotar al máximo el potencial de esta variedad de uva, haciendo un rico vino tinto envejecido un año en barrica. Punto para GarageWine.
Como todo lo bueno tiene un factor sentimental, éstas uvas fueron un regalo de la desaparecida tía Luci que fue víctima del puñetero cáncer, y sus sobrinos Jesús y Julián han decidido hacer una etiqueta con sus ojos, recordando su cara entre flores y colorido, y además donar un porcentaje del coste de la botella a la fundación CAICO, que luchan contra el cáncer infantil, todo con un cariño especial.
poco más de 400 botellas con una embajadora del potencial enológico de Castilla La Mancha, una prueba más del error del kilogrado y de la política de arranque de viñedos viejos. Vergüenza nacional que está quitando del panorama estas joyas gastronómicas que se pueden considerar patrimonio en riesgo de desaparición. Bravo por la iniciativa de Jesús Toledo y Julián Ajenjo que demuestran que esta variedad cultivada como se merece y elaborada con cuidado produce exquisito vino, maduro, complejo y equilibrado, una obra de arte mirusté.
La Denominación de Origen Manchuela es una de las joyas que atesora Castilla La Mancha, sus vinos son abanderados del potencial de mi tierra en cuanto a elaboración de calidad y sin necesariamente macro producciones, y hay bodegas como la que traigo hoy que nos sorprenden gratamente. Bueno, cato y entro en detalles:
Si señor, Bodegas y Viñedos Ponce es el proyecto personal de Juan Antonio Ponce, que basado en una formación y experiencia loable, y sumado a la maravilla de viñedos y parajes de la Manchuela conquense que rodea Villanueva de la Jara, suma un abanico de deliciosos vinos llenos de carisma y muy distintos entre sí.
Hoy ha tocado esta Bobal cosechada en 2017, se trata de un vino tinto con una crianza de diez meses en barricas de roble de seiscientos litros de capacidad, así procura no maderizar el vino siendo menor la proporción de madera/vino pero estabilizando y sazonando la rica Bobal conquense.
Manchuela y Bobal están unidas por la gracia de dio- y la mano de estos artistas que han sacado lo mejor de la uva dándolo todo, literalmente y desencasillando la comarca y sus delicioso rosados de esta variedad para demostrar lo bien que sabe un tinto Bobal. Mi enhorabuena a Ponce y mi orgullo y felicidad de contar con la D.O.P. Manchuea como paisanos, ¡mucha Mancha!
Hay que decirlo, es una lotería. Un vino con más de veinte años es probable que tenga alguna tara y el que hoy cato es cosecha de 1982, que Naranjito nos ampare….
La cosecha de 1982 en la Denominación de Origen La Mancha fue considerada muy buena, esto como puedes imaginar es muy relativo porque esta denominación de origen es muy extensa y además cada bodega, cada parcela y cada variedad de uva vive el año y sus inclemencias o bondades de una manera distinta, es un fractal de posibles factores que afectan a la cosecha que queda reflejada con una nota global.
Tal y como reza la contraetiqueta está elaborado con Cencibel, que es la sinonimia manchega de la variedad de unta tinta Tempranillo, llamada de varias maneras según la costumbre local, por ejemplo en Cataluña la llaman «Ull de Llebre» que significa ojo de liebre, pero claro está que la comarca el microclima y la viticultura marca las diferencias. En este caso es un vino Reserva D.O. La Mancha, y estos son conocidos como «tercer año», y es porque se les exige un mínimo de crianza en barrica de doce meses y posteriores veinticuatro de botella antes de salir al mercado.
Como puedes ver. la botella la he abierto con la ceremonia del degüelle con tenaza caliente, que me chifla, además es indicado porque el corcho es muy viejo y es muy fácil que esté en mal estado y se rompa al querer extraerlo con un sacacorchos normal, la ceremonia es parte del oficio del Sumiller, y hoy procedía.
Para concluir debo celebrar que el vino estaba delicioso, que tiene un color pardo yodado pero no estaba muy turbio, que separé los posos del vino en la decantación con facilidad, que tiene unos aromas muy agradables que recuerdan en primera instancia al mostillo y al arrope, luego a crema de cassis y especias como la canela y la pimienta rosa…. todo sutil y elegante, que en boca es un placer porque está muy rico, acidez equilibrada, taninos y alcohol imperceptibles y un postgusto largo y agradable, y de veras que este vino casa con todo porque no es sólo una bebida, es la ceremonia del descorche, decantación, comentar la fecha… como el recuerdo de un tiempo feliz rodeado de gente que hace mucho que no ves. Así es beber este tipo de vinos.
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