Las redes sociales me recuerdan que hace diez años, sí, una década, dos lustros; Hace mucho publiqué este breve artículo acerca de catar el mismo vino en distinta copa:
Pues nada, que un buen día nos juntamos los de siempre y descorchamos un vino único, una joya que nos regaló mi amigo Jesús Recuero para que lo catáramos y le contáramos impresiones, y para eso, para pluralizar decidimos experimentar con distinta cristalería:
Vaso «Katxi»
Copa «Flauta»
Copa «Chianti»
Copa «Borgoña»
Copa «Burdeos»
Copa «Gran Reserva»
Y desde luego es totalmente distinto, parece que no es el mismo vino. Jesús Recuero nos dio a catar muy amablemente su Terra Sigillata Chardonnay 1.990. Y a este majestuoso vino viejo le esperábamos aromas complejos y eso fue lo que nos regaló, pero en distintas medidas con mucha diferencia dependiendo la copa, así las copas flauta y chianti concentra mucho sobre todo los olores, pero conserva mejor la temperatura tanto por ser de menos capacidad como por ser más estrechas, en cambio los recipientes más abiertos como la copa gran reserva y el vaso txikito atemperan antes el vino pero favorecen el trago más grande y gustoso, nariz casi nula claro. Así que la copa borgoña y la burdeos son las mas equilibradas, conservando aromas y dejando beber de un modo cómodo.
El pasado noviembre de 2018 se celebró en la localidad albacetense de Villarrobledo la entrega de los Premios Vino y Cultura, en los que la Denominación de Origen La Mancha reconoció a personas y entidades que dan brillo a los dos aspectos que cita el título, y que han estimulado el consumo moderado de vino.
Premios como «Maestro del vino», «Al gusto», «Divulgación», «investigación para el Vino», «literatura y fotografía» y como el recibido por el Sumiller manchego, primer premio en Restauración por su labor y promoción del vino D.O. La Mancha en la carta del restaurante Granero.
El pasado mes de Junio de 2014 en el bonito marco del Restaurante Casa Pepe de Carrión de Calatrava, Ciudad Real, se entregaron los premios anuales de Radio Turismo “Platos de Oro”Maito, el director del programa radiofónica junto a su embajador en Castilla La Mancha Justo, del Restaurante Casa Justo de Tomelloso entregaron los premios Platos de Oro a una decena de restaurantes de la región, así como reconocimientos especiales a personas y entidades. Entre ellas estaba Adán Israel, Sumiller del Restaurante Granero de Quintanar de la Orden elegido como mejor Sumiller de Castilla La Mancha. También fue premiada la gran María José Infantes, del Restaurante El Bodegón de Daimiel, siendo reconocidos su arte, buen hacer y larga trayectoria vinculada a la hostelería. Entre los demás premiados la consejera de Empleo y Economía recogió el premio concedido al Gobierno de Castilla La Mancha por “su trabajo en la promoción turística de Castilla La Mancha y de sus productos de excelencia dentro y fuera de nuestras fronteras” También han sido premiados el presidente de la Asociación de Hostelería de Ciudad Real, José Crespo del restaurante Casa Pepe, anfitrión del evento en colaboración con Casa Justo de Tomelloso, la Feria del Melón celebrada en Membrilla, el Consejo Regulador de la Berenjena de Almagro, el proyecto “Mejor con vino” y otros tantos entes y personalidades relacionadas con la gastronomía y el turismo que destacan por su buen hacer y trabajo brillante.
Un domingo de Agosto del 2017 en Campo de Criptana recibí el premio Símbolo al mejor restaurador de Castilla La Mancha.
Los premios Símbolo son organizados por Bodegas Símbolo constaron de un concurso de catadores y un reconocimiento al socio del año, mejor corto cinematográfico, y al mejor restaurador de la región. El premio para el mejor profesional de la Restauración Castellano Manchega recayó en el Sumiller Adán Israel, maestresala del restaurante Granero de Quintanar de la Orden, Toledo y presidente de ASUMAN.
Durante mi agradecimiento dediqué el premio a todos los camareros, haciendo hincapié en que el servicio está pasando por un momento dorado y que es una de las patas que no deben de cojear en la restauración.
El pasado domingo 3 de Septiembre de 2017, en plenas ferias del vino de Valdepeñas se clausuraba el túnel del vino con la entrega de premios a los vinos participantes mejor valorados, y además algunos reconocimientos a personas relacionadas con el vino y su cultura. Me nombraron socio de honor de la Asociación de Jóvenes Amigos del Vino de Valdepeñas , cosa que me llena de orgullo y emociona, algo que no olvidaré jamás.
Os dejo mi discurso de agradecimiento:
Buenas noches a todos, señor Presidente, autoridades, socios y amigos.
Es un gran honor ser tan bien recibido en esta mi tierra, y más aún si es por gente con la que comparto una pasiones tan maravillosas como el vino y la gastronomía, (porque el uno está unido, inevitablemente, a la otra).
Mil gracias a los cientos de asociados, jóvenes amigos del vino, en lo que se evidencia que la juventud es un estado, y no una condición, con la que el vino adquiere un carácter más jovial, sin perder un grado de gravedad. Gracias por acordaros de un paisano en diáspora, de un camarero que ama su oficio y que recuerda todos los días su pueblo, su gente, y se vuelve emocionado cada vez que oye un ¡arrea! ¡cucha no! y el ¡amosanda! tan popular.
Gracias de nuevo por citar a un hostelero, y específicamente a un sumiller, ese camarero que se especializa, se forma, se recicla constantemente, asume responsabilidades sin dejar de ser un camarero que atiende si sirve y sirve si atiende, que ama la gastronomía y entiende que el servicio de bebidas, y más en concreto el del vino, es una de las patas de una mesa figurada que no debe cojear ni en cuanto a producto, ni a elaboración ni a servicio. En nombre de todos los camareros, os doy las gracias por fijaros en ese aspecto tan olvidado de la hostelería.
Prometo honraros continuando con mi labor, amaré el vino, lo trataré como se merece y me enseñaron, compartiré mis conocimientos con quien quiera, estaré, en la medida de mis posibilidades, a vuestro servicio y, por supuesto, llevaré mi tierra y a mis amigos (y ahora socios) en un rinconcito de mi corazón.
Me siento muy orgulloso de mi pueblo y de su gente. Valdepeñas, en una “cata rapidilla”, tiene un color anaranjado propio de su larga e intensa historia, en constante
evolución, limpio y cristalino como sus gentes, con un brillo especial que es reflejo de su nitidez y algo del encalado de fachadas de bodegas y molinos. Lágrimas livianas y fluidas que dejan huella como las derramadas en esta Muy Heroica, Leal e Invicta ciudad.
Valdepeñas huele a vino, valga la redundancia, pero, si afino, huele a bajomonte, casi serranía, huele a cueva, a parque, a fudre y, por supuesto, a barrica nueva, complejo bouquet de aromas propio de un coupage de varios vinos que resulta en un perfume divino.
Valdepeñas sabe bien, y es que, de pobre y humilde, es rica en valores y tradición. Como un sorbo de vino fresco, pasa con la lisura de lo bueno y afable, equilibrado y aterciopelado, con añejo pero con la chispa y la alegría que refrescan como niños corriendo por la plaza. Lleno de matices pero redondo, casi perfecto, como todo lo humano. Recuerdo largo e inevitable, porque en Valdepeñas está prohibido beber vino solo, y el vino compartido es imposible de olvidar, como el momento en sí.
Valdepeñas está bien servido en copa, en chato, en bota o incluso en porrón, porque Valdepeñas está para todo, es de todos, y no es esto de ahora. Marida bien con una charla de taberna y una tapa de queso manchego, con unas gachas en el Peral arreglando el mundo entre cuñados, con una orquesta en la plaza de España, aunque sea en bota. Valdepeñas armoniza con la luna, al son de las estrellas, invita a dar un sorbo de ella, y otro y otro, y no embriaga, ¡que enamora!.
Sin más, quiero alzar una copa de buen valdepeñas en vuestro honor, agradeceros tan bonito detalle y saludaros con un ¡VIVA VALDEPEÑAS! Y ¡MUCHA MANCHA!
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