El otro día terció presentarse en Madrid, mi amigo Jorge Susinos conducía y nos une una bonita amistad y el amor por la gastronomía, además tenemos las mismas hambres así que había que comer y el destino y su fama nos llevó a la casa de Abraham García, Viridiana se llama como aquella película que le fascinó; Y él a nosotros:
Dos amables jóvenes e inquietos camareros nos recibieron, acomodaron, nos ofrecieron un vermú que hace Abraham y que estaba muy rico y nos dieron instrucciones para la carta que rehusamos, claro, queríamos oir, sí, el oído también se cultiva en Viridiana porque a un fondo jovial de restorán donde se come bien se le suma un fondo musical de Miguel Poveda o a José Mercé cantando «Al alba». y por supuesto la voz del chef.
Mientras intentamos adivinar los botánicos del vermú llega Abraham García, su personalidad y físico sigue siendo imponente a pesar de sus setenta y un años muy bien llevados, sus manos enormes gesticulan amablemente y su voz calmada recita las recomendaciones, entre las que arrima una anécdota, un recuerdo y una retórica cultivada que agasaja a su cliente y encumbra al producto en oferta. Es de las pocas veces que disfruto viendo a un cocinero atendiendo en la sala. Es más, he aprendido mucho.
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El caviar, tengo dos y os recomiendo éste por… a partir de ahí su mirada se desvía levemente y sus recuerdos de Nueva York y ese lugar donde probó tantos y aprendió lo que ahora nos cuenta, esa nostalgia se le nota pero transmite confianza y además, en esa prosa maravillosa suya cabe algo tan duro como citar el precio, tabú anteriormente y algo solicitado por la ley y el sentido común actual, le dí las gracias y le cité que llegábamos de La Mancha, que era la primera vez en su casa y que nos dejábamos llevar por su buen gusto reconocido. Sonríe y dice -Vale, ya os saco yo… :
Ahí me has dado! Unas suculentas croquetitas de jamón con la textura que le caracteriza en sus elaboraciones, muy ricas.
Debo reconocer que es la tercera vez que como caviar, y me ha encantado, con panceta ibérica o con huevo, es algo que hay que probar alguna vez y debo decir que pedimos un vino blanco espumoso brut que fue una armonía deliciosa. Cuando un ingrediente realza al otro, eso es mágico.
La sorpresa de la tarde fue sin duda el detallazo de servirnos las lentejas de La Sagra con curry y gamba roja en unas calabacillas donde había tallado «SALUD COLEGAS». Jamás probé algo así, la calabaza y su aroma enriquecían unas lentejas que de guarnición llevaban gamba y unas hojas de lima kefir deliciosas.
Nos lo trae el jefe y le sorprende que no conozca las lentejas con curry, amablemente nos señala el cáliz y dice: – Antes las hijos y ahora la madre, es esturión que ahumamos… plato fresco y alegre.
Algo tan humilde como la asadurilla de corazón con papas canarias y crema de tomatilla verde, algo tan rico, algo tan tan tan, tarántatán.
Los esperaba, no sabía si venían y por eso me alegró mucho más ver a García de traer sus huevos consigo, no me entiendas mal, eran de gallina en libertad (vigilada) y los traía fritos en sartén con crema de boletus y les ralló trufa, tan ricos oiga!
Realmente es un plato rico, los cortes de pescado como el atún estaban muy ricos y refrescaba el menú
-«Cochinita pibil» pero es jabalí, » Nos dice el cocinero que amablemente nos trae casi todos los platos, (nos sentimos muy bien tratados). Es un asado de jabalí con un toque especiado delicioso
Las albóndigas de rabo de toro, que siempre son de vaca, tiernas, esponjosas, las verduras en su punto y la salsa, ¡la salsa! uhmmm
De postres el sorbete de mango y helado de yogurt que fueron rociados con un buen chorrete de tequila reposado y un tiramisú muy, muy cremoso.
Amable y atento, Abraham García nos agasajó con una copa de Porto Tawnie 30, yo sé que le encanta y con ese gesto terminó una estupenda comida en Viridiana, un restaurante que no dejaré de recomendar por su arte y buen hacer. Y sus raíces toledanas me permiten firmar con ¡Mucha Mancha!
Restaurante Viridiana está en calle Juan de Mena, 14 de Madrid. Puedes llamar al 915234478.
La semana pasa reservé mesa en La Rabiosa, es algo importante saber que te van a poder atender, y en mi caso saber que había arroces. Llamé a Juan, es amigo mío y me dijo que disponíamos de mesa y que había posibilidad de tres arroces y que se podían pedir al momento. Genial!
La Rabiosa se ha ubicado en Alcázar de San Juan en la Avenida Cervera 81, se llega bien en coche y se aparca fácilmente. Desde fuera pinta muy bien porque resalta de su vecino hostal, y está decorado con mucho gusto:
Nada más entrar saludamos al equipo, Juan nos explicó un poco como iba la cosa y nos pusimos un poco al día, enseguida resolvimos el menú. la panceta a baja temperatura, torreznos le llamo. Croquetas de pollo con jamón y carabineros y un arroz del senyoret. Dale caña Juan!
Con la bebida llegó el aperitivo, un delicioso bocado de cochinita pibil que celebré como el tragaldabas que soy…
El pan calentito y crujiente, muy importante!
Este es un plato que me encanta, crujientes y tiernos, estos cortes de panceta lleva años bordándolos Juan
Las croquetas me encantan! Vinieron cuatro de carabinero y cuatro de pollo, cremosas pero no semilíquidas, textura y saborrrrr
Arroz del senyoret, y para señorito yo mirusté. Sé que el chef tiene gusto y experiencia, y el arroz tenía potencia y el punto ideal. Muy bueno!
Llega el momento dulce, en los postres se puede coronar una comida agradable o dejar un recuerdo menos bueno. Este caso es el de una deliciosa tarta de queso que junto a la torrija con sopa de bailleys.
una cosita antes de terminar, les gusta el vino y tienen buena oferta y una pizarra muy original!:
En conclusión, La Rabiosa es una gran opción en Alcázar de San Juan, son un equipo rodado y con muchas ganas y pasión por la gastronomía. Juan Delgado un cocinero con experiencia, buena mano y un buen equipo. Y les auguro el éxito del que hace bien su trabajo en estos tiempos tan duros para la hostelería.
Juan Delgado Gómez. Gerente propietario y chef de La Rabiosa.
Restaurante La Rabiosa
Avenida Cervera 81, Alcázar de San Juan, Ciudad Real
Las redes sociales me recuerdan que hace diez años, sí, una década, dos lustros; Hace mucho publiqué este breve artículo acerca de catar el mismo vino en distinta copa:
@elsumillerfiel septiembre 2011
Pues nada, que un buen día nos juntamos los de siempre y descorchamos un vino único, una joya que nos regaló mi amigo Jesús Recuero para que lo catáramos y le contáramos impresiones, y para eso, para pluralizar decidimos experimentar con distinta cristalería:
Vaso «Katxi»
Copa «Flauta»
Copa «Chianti»
Copa «Borgoña»
Copa «Burdeos»
Copa «Gran Reserva»
Y desde luego es totalmente distinto, parece que no es el mismo vino. Jesús Recuero nos dio a catar muy amablemente su Terra Sigillata Chardonnay 1.990. Y a este majestuoso vino viejo le esperábamos aromas complejos y eso fue lo que nos regaló, pero en distintas medidas con mucha diferencia dependiendo la copa, así las copas flauta y chianti concentra mucho sobre todo los olores, pero conserva mejor la temperatura tanto por ser de menos capacidad como por ser más estrechas, en cambio los recipientes más abiertos como la copa gran reserva y el vaso txikito atemperan antes el vino pero favorecen el trago más grande y gustoso, nariz casi nula claro. Así que la copa borgoña y la burdeos son las mas equilibradas, conservando aromas y dejando beber de un modo cómodo.
Es posiblemente uno de los cidad más curiosos que he probado, lejos de los tópicos este tinto se desmarca con un carisma muy peculiar.
La bodega se sitúa en la localidad conquense de Santa María de los Llanos, en la provincia de Cuenca, Castilla La Mancha. La propiedad ya me advirtió de que sería un vino tinto con un carácter muy especial. Doy fe.
Hace ya tiempo que esta casa me sorprendió con su Airén Finca Villalobillos, y debo decir que este Cencibel está a la altura, dame un minuto:
Hace un tiempo que Miguel me presentó su proyecto, hay materia prima Adán, y vaya que si la hay! Viñedos viejos con el valor añadido de ser familiares, se nota.
Ya ves como la etiqueta va avisando, viña de 1960, cinco hectáreas y media, aquí el cariño del respeto a la variedad, con un aporte contundente de barrica y esos quince grados sin complejos hacen de este rotundo vino un contundente abanderado de la Cencibel Toledana. Chicha digo yo.
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